Manolo:
Te conocí en una recepción primaveral a la que nos había invitado uno de nuestros amigos comunes. Era un 21 de marzo del 2013 y tu me presentaste antes de mi corta intervención ante un reducido pero entusiasta auditorio en la Silla de Felipe II. Y nos contaste que en tiempos de tu mocedad, entre los chicos de tu barrio madrileño, circuló uno de mis primeros libros: Andar por la sierra de Guadarrama. Al parecer, aquella guía os había ayudado en el descubrimiento de los caminos montañeros y en las prácticas de una vida mas deportiva y sana. Tú recordaste con emoción a algunos de tus amigos que ya no estaban por aquí.
Y con tus sentidas palabras conseguiste llegar a mi fibra sensible, de manera que comencé mi charla "tocado". Fueron aquellos unos inolvidables momentos.
Hace pocos días, con motivo de unas fotografías que te había enviado, me respondiste con tu innata elegancia una frase que me quedó grabada: "Contigo siempre en deuda"
Pero, querido amigo, siento decirte que esta vez te equivocaste. Soy yo el que estaré siempre en deuda contigo, por la generosa amistad que me has brindado.
Gracias por siempre, Manolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario