Cuando he leído esta frase entre las líneas de un interesante ensayo de Sergio del Molino, aparecido en el suplemento de Ideas del País el 31 marzo de 2024, titulado "Vivimos tiempos religiosos" confieso que he sentido como un aldabonazo. Y es que hay frases que realmente provocan sorpresa y hasta alarma. Técnica esta frecuentemente utilizada por los periodistas, aunque no sea este el caso de Sergio, escritor muy sobrado de razones y, desde luego, prudente y medido en su pluma. Se expone en este ensayo la idea de que corren tiempos de una subyacente religiosidad que, si bien no es manifiesta y no suele aflorar, sin embargo, existe y se prodiga en formas que no siempre pertenecen a una religiosidad al estilo tradicional, pero ahí están, cubiertas de falsas espectacularidades que llegan hasta dar cierto sentido al "consumismo banal" y resueltamente emotivo.
Y pone como ejemplo la actitud encomiable de los protagonistas de la película La Sociedad de la Nieve y su ejemplo de hermandad cuando se ven acuciados por el temporal y se ven obligados a reaccionar y hacer frente a las dificultades ofreciendo entrega y solidaridad ejemplares. Ello nos suena a una especie de religiosidad subyacente que está muy interior de nuestros espíritus y que suele surgir solo en momentos especiales. Pero hay está, solo la detectamos en casos de emergencia y, a veces, ni nosotros mismos nos damos cuenta de su existencia. Sin embargo, en cuantas situaciones brota, de manera espontánea e imprevisible y casi, furtivamente.
Si, creemos en esta fuerza, a pesar de la marea laica que nos rodea
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