domingo, 31 de marzo de 2019

Tres generaciones


En un pequeño cuartito de una vivienda entran tres generaciones: un abuelo, un hijo y dos nietos. Tras la lectura de un artículo de prensa, que se presenta polémico, se aprestan a debatir. El hijo asegura que siempre las mejores decisiones suelen surgir a raíz de un buen debate. Antigua loa sobre el valor de la dialéctica que sería mas cierta si se excluyeran las opiniones, emociones o creencias.
El asunto a tratar es las posibles repercusiones derivadas del abuso de las tecnologías modernas por parte de los nietos, ello provocado por un escrito, en el que se cuenta como a los hijos de las grandes promotores de Silicon Valley ahora se les limita, incluso prohíbe, la utilización desmedida de móviles, tabletas, consolas de juego y pcs.
Claro que habrá que esperar unos años para comprobar los efectos de esta forma de educación. Los nietos no parecen tener opinión sobre el respecto, ante la aparente falta de alternativas. 
El padre advierte que esto es lo que se van a encontrar en el futuro, y esto es lo que les va a permitir destacar entre los jóvenes de su tiempo. Destacar o sobrevivir frente a una dura competencia. O sea, disfrutar de una cómoda posición social y económica.
Pero, inevitablemente, se cuela otro debate: ¿debe ser este el objetivo primordial de sus vidas? Porque en el Fortnite y otros juegos actuales lo que priman es la acción y la violencia, aunque dicen que sin sangre, pero violencia, al fin y al cabo.
Entonces, ¿donde se quedan los valores eternos del ser humano? La fraternidad, la solidaridad, la justicia, la generosidad, el culto a la verdad, la disciplina... y un largo etcétera. ¿Para cuando es bueno que entren en las mentes de los chicos y se integren en sus respectivos decálogos? ¿Estriba la felicidad en conseguir dinero y posición social?
Viejas preguntas que, hoy por hoy, inquietan al abuelo.

El "Crispín" escurialense



En los populares Jardincillos escurialenses que, primeramente recibieron el nombre de plaza de la Verdura, después el de Gil de Zárate y, finalmente, el actual de Jacinto Benavente, premio Nobel de literatura en 1922, campea un monumento sencillo pero muy entrañable. Es el "Crispín", personaje central de la obra de este autor, Los intereses creados, que fue inaugurado el 30 de agosto de 1961, siendo obra del escultor granadino José María Palma.
Si vamos a la hemeroteca y leemos el ABC del día siguiente, encontraremos más información sobre aquel acontecimiento local. 
En Los intereses creados se narra la historia de dos pícaros, Crispín y Leandro, en la que el primero se declara partidario de su máxima: "mejor que crear afectos es crear intereses", gracias a la cual consigue que su penosa situación económica y social mejore sustancialmente.
El manipulador e interesado Crispín consigue finalmente que, gracias al cambio de dos comas en la sentencia dictada por el representante de la Ley, esta resulte absolutoria para sus intereses.