lunes, 26 de enero de 2015

Un apunte de Somerset Maughan


En una de las muchas sabrosas cortas historias de este autor, el personaje viaja a la Polinesia para seguir el rastro de un amigo suyo que, gozando de una privilegiada posición social en Chicago, se había trasladado temporalmente por razones de negocios a las islas perdiendo el contacto con sus familiares y amigos. 
Tras el reencuentro, la sorpresa: el amigo ha renunciado a todos los bienes materiales y vive plácidamente ocupando el puesto de pequeño comerciante en una tienda de la isla. Sin vacilación y seguro de sí mismo, esgrime su argumento básico: 

       Sabemos que poco aprovecha al hombre que gana el mundo entero si pierde su alma.         Yo he ganado la mía.

En realidad, esto lo habían dicho ya los evangelistas y, en particular, San Mateo en 16-26 y es una sentencia bien sabida y bien manoseada por literatos y pensadores. Y es tan certera que siempre nos ofrece un punto de reflexión. 
La eterna duda es conocer cual es el exacto significado que nosotros le damos a "ganar nuestra alma", pero creo que es conveniente aclararlo cuanto antes, pues el tiempo corre en nuestra contra.


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