Me preguntan cual es el libro que mas ha influido en mi vida y por qué. Y no he dudado, pues, de inmediato, he recordado este título que sigue estando vivo en mi, yo diría dentro de mí, muchos años después de su descubrimiento.
Por entonces, ya había leído La epístolas de Lucilio y otras
cosas del autor cordobés que me sedujeron bien pronto, hasta convertirlas en
esa categoría especial que es el libro de mesilla de noche. Pero confieso que el empujón
final de aquel enamoramiento me lo dio este librito de pequeño formato, en el
que parece imposible que puedan caber tantos certeros pensamientos, con tanta
poesía y con tal riqueza de expresión.
Y es que
María Zambrano nos acerca a Séneca, de manera increíblemente sugerente y
cautivadora. Es cierto que el atractivo de este pensador lo merece. Hombre que
pretendió ser un apoyo para el atribulado ser humano, sujeto a las
arbitrariedades del poder romano, en un tiempo en el que se habían ya casi
olvidado las razones puras platónicas y aristotélicas y aún no se conocían las
razones religiosas de la fe cristiana. Era una etapa de transición de la que se adueñaba un vacío causante de general desánimo.
Por eso,
Séneca tuvo la gran virtud de descender al nivel de las gentes y ayudarlas en
su desvalimiento, consolándolas con la propuesta de la gran virtud estoica:
la resignación. Que no era todavía la cristiana, sino soportada solamente por
la razón.
Como
consecuencia de esta lectura, años después escribí un ensayo sobre mensajes
cristianos que se contienen, yo diría que andan dispersos, entre las Epístolas
senequistas. Ensayo que no pudo ser más reconfortante, pues tranquiliza comprobar que razón y fe no siempre andan dispares.
Repite
Zambrano con insistencia, que el Séneca filósofo fue como un padre, quizás con
mayúsculas, un gran ayudador que consolaba a las gentes con palabras a su
alcance. Palabras que, por cierto, influyeron sensiblemente en los escritos de
la mística, de Molinos, San Ignacio, Quevedo, Unamuno y de otros muchos.
Y todo esto
no es trivial. Es un gran equipaje de compañía, inseparable en los momentos
difíciles. A mi me ayudó y me sigue ayudando y, lo que es más importante, creo
que sigue generando una ósmosis benefactora en mis pautas de comportamiento.
¿Se puede
pedir más a un librito tan pequeño?
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