Estuvimos en el Líbano en un par de ocasiones, allá por el 2002, y no nos resulta fácil olvidar Beirut, ni el valle de la Beqaa, ni Balbek, ni Sidón, ni tantos otros lugares y experiencias vividas allí. Y que decir de sus gentes y, sobre todo, de sus niños. Ojos grandes, expresivos, llenos de vida y también, a veces, de alguna tristeza.
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