Se puso todo a favor.
Tras el lluvioso invierno, una primavera que quiere brotar por donde sea. La Naturaleza desbordante en colores, olores y formas. Unos sorprendentes vestigios de la España prerromana que están ahí, muy cerca, por las dehesas de Salamanca. Sólo hace falta descubrirlos o que algún amigo te lleve a ellos.
Nosotros tuvimos todas estas fortunas y por eso fueron tres días inolvidables.
Los castros vetones son un regalo de nuestra historia y en primavera se encuentran inmersos en un paisaje de ensueño.
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