viernes, 14 de agosto de 2015

La capilla del Salvador en Úbeda



Recientemente hemos visitado, una vez más, la inacabable ciudad de Úbeda, la adelantada de la postrera Reconquista y la adelantada en el incipiente Renacimiento hispano. Y ciertamente decimos inacabable, porque ésta ciudad guarda en sus entrañas tal colección de monumentos históricos y artísticos que hacen difícil predecir la fecha de la partida en cada visita. Es Úbeda uno de esos benditos lugares donde siempre se tiene la sensación de dejarse muchos valiosos palacios, villas, iglesias o capillas sin explorar. Al igual que sucede con los seres queridos, cuesta despedirse de ellos.
En esta última estancia nos hemos vuelto a encontrar con una auténtica perla: la Capilla Sacra del Salvador, que nos parece un emporio de riqueza histórica y artística, de tal densidad de contenidos y de tal magnitud para los sentidos, que nos ha cautivado.
Hemos sacado las fotografías de su epidermis y de su interior, hemos estudiado algunos detalles de su génesis, de su construcción y de sus artífices y nos ha urgido la idea de hacer un corto audiovisual. Tenía que ser corto pues es tarea casi imposible contener todo el valor artístico e iconográfico aquí contenido. Estamos frente a una de las pocas capillas funerarias exentas que hay por nuestros lares peninsulares, puesto que los grandes señores y obispos solían edificarlas al abrigo de las catedrales e iglesias.
Propósito primero ha sido preparar un documento gráfico que, con visos de síntesis, intente recoger algunos de los aspectos arquitectónicos y ornamentales del sacro lugar.
Se iniciaron sus obras en 1536 y su promotor fue Francisco de los Cobos, omnipotente secretario de estado del emperador Carlos V, que quiso levantar para él y para su mujer, María de Mendoza, un mausoleo que albergase sus cuerpos de una manera privilegiada y cuyo lujo y magnificencia allanarían, a buen seguro, el tránsito hacia la vida eterna.
Su arquitecto fue Andrés de Vandelvira, aunque partió de planos iniciales de Diego de Siloé que no pudo continuar la obra al ser requerido para la catedral de Granada. Como escultor en piedra anduvo por aquí el francés Esteban Jamete, quien trabajó en la delicada obra de su portada principal. Y otras figuras que colaboraron en el proyecto fueron el orfebre Francisco de Villalpando, el arquitecto cantero Alonso Ruiz y, nada menos, que el escultor Alonso de Berruguete que talló en el retablo la que había de ser la advocación del templo: la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor.
El interés de esta capilla, además de la calidad de sus artífices, viene en función del momento crucial que se estaba viviendo en la arquitectura hispana: el difícil paso del gótico y el plateresco hacia las nuevas formas renacentistas procedentes de Italia. Vandelvira fue uno de los abanderados, introduciendo por vez primera las bóvedas baídas, que ya se ven en esta capilla y que luego se adueñarán de las alturas de la hermosa catedral de Jaén.
Este vídeo recoge una porción pequeña pero significativa de lo que hemos visto. Nos queda mucho por explorar. 
Habrá que volver a Úbeda.

  

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